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4-5 Agosto 1896

MARTES—CÁPIZ, MIÉRCOLES—ROMBLÓN

La noche era lluviosa y oscura cuando llegamos a Cápiz o a lo que nos pareció Cápiz. Se fondea siempre, según dicen, a gran distancia de la embocadura que llaman Tíbás (?) donde hay un Cabo de mar que es el que hace de Gobernador, Admor., etc. en lo que respecta a lá correspondencia. Un bote bajó con el 2.º y un mayordomo y esperábamos que volviera dentro de una hora para continuar nuestro camino. Mas, no fué así; aunque salieron a eso de las 11 de la noche no volvieron sino al día siguiente ya muy entrado el día, porque según dijeron, habían anclado muy lejos y habían estado remando más de 3 horas. En Cápiz nunca desembarcan los pasajeros sino sólo los que allí se quedan. No se ve ni rastro de pueblo ni nada que indique la presencia del sér humano. Embarcóse un sargento de la Ga. C. que según se decía iba a Cuba de voluntario.

A las pocas horas salimos de Cápiz y tomamos el rumbo de Romblón. A eso de las 3 de la tarde avistamos la isla notabilísima por sus numerosos cocoteros sembrados hasta en la cumbre del monte. El puerto de Romblón es hermoso, pero triste y solitario. Las masas de mármoles se ven en la playa desde el vapor, abundantes, blancas, rojizas, grisáceas. Por la prisa que teníamos no recibimos carga a bordo si bien había más de 500 sacos de coprax en la playa. A la hora y media emprendimos el rumbo para Manila.