Concluídas nuestras tareas geográficas entablaron poco antes del mediodía las brisas, y favorecidos de la marea dimos la vela entrambas corbetas, haciendo el paso por la boca septentrional; ya zafos para las doce y media de las puntas y arrecifes que las rodean, arribamos al N.N.O.; poco después variamos de rumbo gobernando al O. y luego al O. ¼ S.0. y O.S.O. con cuyos ángulos prolongábamos los diferentes trozos de costa, en cuyas cercanías medíamos bases observando longitudes con oportunidad y enfilando en lo posible todos los puntos que se nos presentaban a la vista.
A poco de haber abandonado la boca del puerto se dejó ver la isla de Jabón, baja y de poca extensión, la cual nos demoraba a las cinco y media de la tarde al S. 73° E. de la aguja, distancia de cuatro leguas próximamente; en esta posición acortamos de vela y paramos de una y otra mura con viento fresquito del S.E. procurando por este medio y con algún otro repiquete, conservar aquellas inmediaciones para alcanzar así al amanecer el estrecho de San Bernardino.
A las cuatro de la mañana marcamos sobre las gavias al O. 5° 8.; poco después hicimos fuerza de vela, y a las primers claras del dia marcamos la isla de San Bernardino al S. 70° O. distancia de dos leguas, y los islotes de Baliquatro al S. 24° O., en cuya posición dirigimos nuestro rumbo al SO. con viento fresquito del E.NE. entrando a la sazón la marea. El tempo hermoso y de un todo despejado nos permitía ver el volcán de Voluzam, la población que se halla a su falda y los ceros inmediatos.
Ya dentro del estrecho fue preciso abandonar el método de las bases por correderas, pues que la inutilizaban la velocidad de las aguas a los diferentes canales que forman en él, y adaptar para la colocación de los puntos que se presentaban a la vista, las enfilaciones y repetidas longitudes en los meridianos de aquéllos. A las ocho estábamos dentro del estrecho, y a la distancia de una y media milla del islote de San Bernardino, cuya latitudes de 12°46’30” y longitud de 229°33’10”; a la sazón se dirigía la marea hacia el O. y el viento había cedido bastante rolando al mismo tiempo al S.E., con el cual hicimos derrota al S.S.O. y O. ¼ S.O., y con él hicimos el paso por la angostura que forma aquella punta con la isla de Capul; y ya por el través del bajo visible de Calantas gobernamos al NO. cuyo rurabo nos conducía a las inmediaciones de la costa de Luzón, evitando por este medio el que las corrientes nos arrastrasen hacia los Naranjos, cuyas inmediaciones son peligrosas, por el encuentro de las aguas de unos y otros canales, que causando frecuentes remolinos hacen arriesgada y dificultosa la salida.
Situados como a dos millas de la costa de Luzón hicimos derrota a la punta de Culán, algo saliente a la mar, baja y bastantemente escarpada. Al mediodía nos demoraba ésta al N. 37° O., la punta Capul al S. 74° E. y la isla más N.E. de los Naranjos, enfilada con lo más N. de Ticao, llamada ésta del Diablo, al N. 67° 0., distancia de aquéllos como ocho leguas.
Favorecidos de las corrientes y del viento a la sazón fresco del N.NE. al E. continuamos prolongando la costa con proa del N.O. y a la una estando tanto avante con la punta Culán, hicimos derrota al N.NO. dirigiéndonos así a la punta occidental de la isla de Bagarao, la cual se confunde con la tierra firme, por presentarse proyectada con ella; sin embargo se hacen visibles sus extremos, si se atiende a que al fin, e inmediato a unas barrancas blancas que están prolongadas por la costa hay un torreón, y seguidamente hay ora isla. demorándonos el volcán de Voluzam al N. 75° E. y el extremo occidental de Bagato al NN.O.; sondamos 19 brazas arena gruesa.