Miércoles, 2 de Septiembre.—A las 6 de la tarde dejé el Castilla y en la lancha de vapor acompañado de los Sres. de Moliní, Picallo y Puente me trasladé al Isla de Panay fondeado muy cerca. Me despedí antes cordialmente de la oficialidad del barco.
El Sr. Capitán, (el mismo que había ido un día al Castilla) nos recibió; de Moliní me presentó a él. Es un señor amable al parecer, simpático y franco si no me engaño. Hizo que me señalaran mi camarote, y francamente, el camarote que me dieron no puede ser mejor, mejor que los que tenía en Messageries Maritimes. Tengo un camarote para mí sólo. El barco me satisface y por la primera impresión me parece bueno.
El Sr. Comandante D. Enrique Santaló, al despedirme de él, me dió un buen consejó. Es un señor que estimo real- mente y procuraré seguirle en lo que me ha dicho. Más aun, ha:ré mucho más de lo que me aconseja.
Desde la toldilla del barco veo las luces de Manila· a lo lejos; las luces de Castilla apenas se ven; dístingo ál Cristina por sus insignias de Contraalmirante: 2 luces en el palo. Dios quiera que esta noche no haya más disturbios. Desgraciados paisanos que se lanzan tan locamente a la muerte. Dicen que lmus fue atacado.