Este día han empezado las marejadas. Me he mareado. En todo el vapor no hacen otra cosa que conjugar el verbo “marear”; viejos, niños, hombres y mujeres lo dicen. Ninguno quiere confesarse mareado, pero es el caso que los hay muchos.
–“Yo tengo una cosa así como un asiento en el estómago, pero no estoy mareado.”
–“¡No! ¡Ca! No, señor, no estoy mareado. Tengo solamente algo mala la cabeza.”
El día lo empleé en dibujar y en dormir. Me sentía mal. Apenas he probado bocado.
Viene con nosotros un señor español, de barba y quevedos, alto, fruncido de frente, bien vestido y poco comunicativo. De cuando en cuando me dirigía la palabra. Apesar de su aspecto me es simpático.
El sol se puso como ayer, pero la luna no apareció sino mucho más·trade.
Me quedé dormido. No. cené. A media noche bajé a mi litera.